El pensamiento de Mariátegui sobre la religión, la filosofía, la ética, la política o la cultura toma en cuenta el espíritu romántico/revolucionario, pues es este espíritu, el que define su concepción marxista del mundo. El académico marxista Michael Lowy en su ensayo titulado: "Mística revolucionaria: José Carlos Mariátegui y la religión", argumenta que Mariátegui, tanto en el tema religioso como en otros temas, es un heterodoxo y apunta que “en el corazón de su heterodoxia marxista, de la singularidad de su discurso filosófico y político, se encuentra un momento irreductiblemente romántico”. Lowy plantea que “el romanticismo no se trata de una escuela literaria sino de un movimiento cultural que nace a finales del sigo XVIII: una protesta contra la llegada de la civilización capitalista moderna, la sociedad industrial burguesa fundada en la racionalidad burocrática, la deificación mercantil, la cuantificación de la vida social y el desencantamiento del mundo". Ese romanticismo, nos dice Lowy, “representa la critica romántica de la modernidad capitalista, la misma que, se hace en nombre de valores sociales, éticos, culturales o religiosos pre capitalistas. Esta crítica puede presentarse en formas reaccionarias o en formas utópicas y revolucionarias, como lo es en la corriente marxista, que, de acuerdo a Lowy, podría llamársele corriente marxista–romàntica, 'de William Morris a E.P.Thompson, del joven Lukacs a Ernst Bloch, y de Walter Benjamin hasta Herbert Marcase”. El interesante ensayo de Lowy sugiere que nuestro Amauta se inscribe en esta corriente de pensamiento de una forma original, en un contexto latino-americano, diferente al europeo. Mariátegui formula su visión del mundo romántico–revolucionario en su ensayo "La emoción de nuestro tiempo – Dos concepciones de la vida" que fue publicado en "Mundial" el año 1925. En este ensayo Mariátegui rechaza la filosofía evolucionista, historicista, racionalista. La acusa de rendir culto supersticioso a la idea de progreso. Allí, Mariátegui valora los mitos heroicos, el romanticismo, el “donquijotismo”, y elucida la lucha a muerte entre el romanticismo de derecha, fascista contra el romanticismo de izquierda, revolucionario, bolchevique. El primero postula regresar a la Edad Media, el segundo postula avanzar en el camino de la utopía. Las energías románticas del hombre occidental, sugiere Lowy, encontraron en la Revolución Rusa la oportunidad para inyectar en la doctrina socialista un ánima guerrera y utopía. En los escritos de Mariátegui encontramos frecuentemente la palabra mística que, de acuerdo a Lowy, tiene un significado más amplio pero que no deja de tener un sentimiento profundamente religioso. Muy alejado está Mariátegui de la practica doctrinaria del marxismo ortodoxo sobre la cuestión del hecho religioso que lo considera “el opio del pueblo”. Para Mariátegui el socialismo se puede considerar igualmente un hecho religioso 'desde el punto de vista de los valores que deben trascender al hombre'. El Amauta argumenta que no todo es pura razón y ciencia, que es importante que los seres humanos se pregunten por la trascendencia. Mariátegui, pues, en mi opinión, ve en la religión el recurso de cohesión psico–social, estado socio–emocional, que al margen de su naturaleza ideológica también ha tenido roles determinantes en el desarrollo humano. La posición de Mariátegui en torno a la religión también se puede ver en su ensayo "El Proceso de la Literatura Peruana". Allí el autor de "Siete Ensayos" señala que Gonzáles Prada se engañaba al señalar su antirreligiosidad y acierta que una revolución es siempre religiosa. La palabra religión asume pues un nuevo sentido. Ya no sirve solo para designar un rito o una iglesia. El slogan reduccionista que señala que "la religión es el opio de los pueblos" es una vieja acepción que conlleva a la confusión y posición antagónica con nuestro pueblo. Los marxistas tenemos que explicar el nuevo sentido de la palabra religión, comprender que el comunismo es sustancialmente religioso en su nueva definición etimológica. Mariátegui, pues, entrega al mundo del Siglo XXI una concepción ética, política y espiritual que responde a las necesidades de la humanidad que busca su trascendencia, un mito heroico para ponerle encanto a la vida. En "Variedades" de 1924 Mariátegui publica un ensayo titulado "Gandhi". En este ensayo el comunista peruano, suscrito a la Tercera Internacional, expresa lo siguiente: 'El socialismo y el sindicalismo, a pesar de su concepción materialista de la historia, son menos materialistas de lo que parecen, se apoyan sobre el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la vida. Los occidentales son místicos y religiosos a su modo. ¿Acaso la emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Ocurre que en occidente la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus motivos son humanos, son sociales, no so divinos. Pertenecen a la vida terrena y no a la vida celeste'. Esta hipótesis que nos deja Mariátegui es fundamental para comprender a Camilo Torres, Oscar Romero, a la teología de la liberación, a los cristianos que se enrolaron en gran número en el sandinismo nicaraguense, al EZLN de Chiapas o al MST, Movimiento de los Campesinos sin Tierra, en el Brasil, y a muchos otros. La "Mística revolucionaria: José Carlos Mariátegui y la religión", ensayo de Michael Lowy, sustenta que 'La interpretación positivista de la doctrina socialista es incapaz de dar cuenta de su profunda significación moral y política: «Vana es la tentativa de catalogarla como una simple teoría científica, mientras obre en la historia como evangelio y método de un movimiento de masas» Partiendo de la presuposición fundamental que «cada acto del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora», Mariátegui propone, en varios pasajes de Defensa del Marxismo, una comparación ético-política entre la mística de los revolucionarios y la de los cristianos: entre las asambleas de la III Internacional y el misticismo de la cristiandad de las catacumbas (una analogía ya sugerida por Engels, aunque Mariátegui no lo cita), entre Rosa Luxemburgo y Teresa de Ávila, y, de manera general, entre los héroes del socialismo y los de la religión'. En el reciente II Congreso Europeo del Partido Comunista Peruano, celebrado en Madrid, se han expuesto algunas ideas básicas sobre el tema religioso al cual Mariátegui le brindara pensamiento y reflexión marxistas. Gustavo Gutiérrez, sacerdote peruano, fundador de la teología de la liberación, a su vez, ha dictado un curso dedicado enteramente a las ideas de Mariátegui. Su obra "Teología de la liberación" contiene varias referencias al fundador del Partido Comunista. El interés intelectual de los comunistas hoy también apunta a la dimensión religiosa del socialismo. |
sexta-feira, 25 de novembro de 2011
Mariátegui y la religión por Jorge Aliaga
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